domingo, 24 de junio de 2018

DIA 15 . LA URSS

DIA 15 LA URSS
Y llegó el día. Si todo salía bien y no hay que pensar que no saldrá, hoy entraré en Rusia, iba pensando mientras conducía al ritmo de Jhoe Coltrane, que es un buen ritmo para entrar en Rusia.
Ya se repetían los carteles en los que anunciaban San Petersburguri con su URSS al lado. Ver como iban bajando las distancias me emocionaba. Ibamos a entrar en Rusia. El paisaje sigue igual. Vamos metidos en un pasillo verde en el que a cada lado los arboles, principalmente pino y abedul,compiten por tocar el cielo. El día espectacular y descapotados como vamos es a veces un peligro ensimismarse mirando arriba. El cielo con alguna nube blanca formando cumulus. Las puntas de los arboles recortándose sobre un cielo muy, muy azul.



                                                        Ya anuncian San Peterburi


Y así entramos en Narva a las 12,10h. Ya es ciudad frontera. Limpia y bien señalizada. Enseguida los carteles del Border Point desviándonos entre clases bien distintas de usuarios. Autobuses, camiones y turismos. Yo muy listo, me fui directo a pasar la frontera. Por más que me documenté no había leído en ninguna guía lo de la tasa en el Ticket Border Line, que quiere decir según me explicó el chico ruso del paso fronterizo, que primero se va a una grandísima explanada en el que se entregan los documentos y pagas 4,5 euros. Digamos que es un primer control. Para allá que me fui. No había mucho apuro y el tramite fue rápido. Esperas a que en una gran pantalla salga tu matricula y pasas a recogerlos. Aún no has entrado en Rusia, estás en Estonia . Con la tasa pagada y el ticket en el parabrisas otra vez al puesto fronterizo. Aquí ya una pequeña cola de coches. Enseguida me tocó pasar. La Cirila despertando admiración entre los policías. Me toca bajarme del coche y sacar los papeles. Mientras uno inspecciona el pasaporte otro fortachón, con chaleco antibalas y toda una parafernalia de objetos prendidos de aquel cinturón me pide –todo por señas, solo habla en ruso- el carnet de…y hace el gesto de conducir un volante con las manos. Está claro que quiere mi carnet de conducir y le saco el permiso internacional de conducción. Que no, national papier y vuelve a coger un imaginativo volante. Se lo saco de mi cartera y para mi asombro él saca de uno de aquellos 70 bolsillos, una lupa monóculo tipo relojero. Y bien metido en faena lo “micromira” todo a través de aquella lupa. OK, y con una parrafada en un perfecto ruso me indica que ya puedo ir al siguiente “caseto”. Aquí la cosa ya es más seria. Pasaporte con el correspondiente visado. Lo mira la señora con toda la calma del mundo y me hace un gesto…que me quite la gorra. Yo llevaba la visera puesta y supongo que querría comprobar que era tan calvo como lo que se mostraba en la fotografía que estaba escudriñando. Acto seguido los papeles del coche. Saco la documentación de la Cirila y con ellos la carta verde. Esta última la desechó, no le interesó en abosluto. Y mira que me preocupé por ella en España. Bueno pues como si no la hubiera llevado. Lo fotocopia todo y al siguiente caseto

 
 
Iba pasando el tiempo y el paso de un sitio a  otro –ya se veía el río fronterizo- era más lento. Aún no me habían puesto el sello. En el puente de un poco más de 500 metros estuvimos parados al menos una hora. No nos movíamos. Al llegar a las instalaciones de frontera al otro lado, pues parecía que hasta entonces era una especie de tierra de nadie, una muga que ni para uno ni para otro. Mas puestos, aquí ya con perros busca drogas, con agentes linterna en mano y espejos para mirar los bajos. Vaya que vas a entrar en Rusia por fin y te van a chequear a fondo. Ya se veía a los de delante que les hacían bajarse a todos, abrir los bolsos a las señoras, abrir el capó de atrás y algunos el del motor. Cuando me llegó el turno una vez más tuve suerte. La Cirilator se ganó a la jovencísima policía de frontera que linterna en mano hizo que veía un poco por encima y en un inglés mucho mejor que el mío me  daba la congratuleison por el full equip del mini car… y sin más al Custom. Y aquí sí que se tardaba pues confluían las tres partes en las que nos habían dividido antes. Un autobús lleno de asiáticos subían y bajaban para desesperación de su guía que iba con un bolsito lleno de pasaportes. Aquí declarabas si metías algo en el país que no fuera conveniente. Aquí dejabas por escrito la marca y modelo del vehiculo y dato curioso su valor estimado en rublos, y aquí les venís a decir a estos amables y burocráticos y lentísimos funcionarios de frontera rusos, que tenéis dinero suficiente o card-visa en vigor para transitar por su territorio. Señora, a todo que sí. Y entonces sólo entonces, zas ¡!! Te pone el sello de entrada acompañado de un papelito también sellado a efectos de inmigración.
                                                 El papeleo, que no falte el papeleo ,,,

Uno cree que ya está circulando libremente por Rusia cuando no habían pasado ni dos kilómetros y un control de policía rusa que ya tiene a tres parados, me da el alto.No me pide pasaporte ni documentación alguna. Así que cuando se liberaron del de delante me dio paso. Y esta vez sí. Esta vez kilómetros y kilómetros de una mala carretera en unos parajes muy parecidos lógicamente a los que había dejado atrás.
En la primera gasolinera y llevando medio deposito me paro a echar. La gasolina la tienen de 92,95 y 98. La mía a 40 rublos, es decir a unos 50 céntimos el litro. Así da gusto. Nada que ver con el resto de Europa. Una gozada echar 15 o 18 litros por 8 o 10 euros al cambio. Yo había leído que entre gasolinera y gasolinera había mucha distancia, pero debía ser información atrasada porque antes de los 200 km ya tienes una. Con todo y viendo la cosa tan barata y por si las moscas, también llené la garrafa. 12 litros en la garrafa por menos de 9 euros no se puede despreciar.
Están en tramos de obras con el tráfico alternativo regulado por un paisano con el walki. Te encuentras de repente a lo lejos, pues son terrenos llanos y rectas larguísimas de kilómetros y kilómetros. Se llevan con resignación pero son paradas de 10 y 20 minutos. Se apaga el motor, los camiones no, y se espera tan ricamente. Nadie habla inglés, aún así en su ánimo de colaborar se interesan por la Cirila . Ellos sueltan parrafadas en ruso y les entiendas o no, siguen. Buena gente en la carretera. Muy respetuosos ,antes de hacerle la foto con su móvil, me piden permiso con una sonrisa de oreja a oreja.
En la carretera se ven puestos de varios tipos. Desde el coche, una banqueta, un cartel en un carton y una paisana de mandilon delante de no más de una docena de tarros con lo que parece mermelada. Otro sentado en una mini banqueta delante de unos cubos con patatas. Y también los tipo super más cerca de las gasolineras que tienen un poco de todo, desde botas de agua a chalecos de cuero y gorros.
Yo tenía una referencia de camping en San Petersburgo y le metí la dirección a la Maripili del Sygic. Todo iba bien en lo que eran las afueras de la ciudad. La cosa se torció porque como en otras ocasiones, el destino no era un camping, si no un descampado cerca del puerto en el que la mas mínima norma de seguridad desaconsejarían hacer noche allí. Nada alrededor. Así que salgo a la carretera y hago señal para parar algún coche. Me saludaban pero no paraban. Ya estaba decidido a seguir no se sabe a dónde cuando para un taxista que además habla un minimo de inglés. No muy bien porque entendió hotel por camping y el hombre muy amable me llevó 5 o 6 kilometros detrás de él hasta un hotel. Alli me dejó. Las que sí me entendieron fueron las dos chicas de recepción. Un camping –lo buscaron por el google- cosa que yo no hago porque los datos de movistar en Rusia son un pastizal, lo había a 24 km de allí. Y fueron tan amables que me metieron ellas la dirección en el navegador.
Todo muy bien y el camping precioso. Como si fuera un fuerte vaquero con los que jugábamos de pequeños. Con un par de castilletes en la entrada, pero se acabó pronto la alegría. Una señora y varios operarios, en ruso por supuesto, niet, niet camping… y por lo que vi y entendí, estaban en obras y el camping cerrado y en media hora –me señalaban el reloj- se iban a su casa. Me maravillo a veces de lo que da de sí la mímica y el lenguaje corporal, pero la cosa cierta es que llamaron por tlf a un camping a 35 km para atrás. El Tipanyt Kamp, y pasándome su tlf. a mí hablo con alguien al otro lado en inglés; que sí, que está abierto todo el año y que hay plaza sin problema. Me esperan. Otra vez para atrás por una carretera llana pero malísima –luego supe que el navegador me llevó por una antigua que ya no usan- llegué a un camping de unas instalaciones fantásticas. Lo regenta una familia muy salada que pasa sus vacaciones en Calpe. Que les gusta el sol de España y la “paela” y la señora rusa, Maika, tiene una permanente sonrisa en la cara y ganas de agradar. Es una coña cuando suena una llamada entrante en su tlf. con el feliz navidad, prospero año y felicidaaaaaaad,,,,
Monté la tienda. Me preparé una cena rica y caí rendido a las diez de la noche para mí y las once para los rusos. Aún no se había ido el sol.

DIA 14. ESTONIA. EL BALTICO, UNA MAR QUE NO HUELE

DIA 14. ESTONIA. EL BALTICO, UNA MAR QUE NO HUELE
Parecerá imposible pero a las 07,10h estaba abandonando el camping. Diez minutos más tarde de que el operario abriera el portón. Como es el mismo que el de la marina seca de estos balandros, advierten que de 23:00h (que para un estonio serían las 4 de la madrugada nuestra, tal es la idea de las horas del día) a 07,00h ese portón permanecerá cerrado y que tendría que ser  una emergencia muy grave, para que se abriera.
 

                                                 Se preparan para la regatilla de club
 
 
 
Siguen los días con buena, buenísima temperatura. A las diez de la mañana ya rodamos a 23 grados. Una delicia de carretera, estrecha, sin apenas arcén, sin quitamiedos, sin rotondas, sin más señales que las necesarias. Y es la nacional que lleva todo el tráfico a Rusia. Flanqueada por frondosos abedules que se alternan con altísimos pinos. Naturaleza plena y en consonancia con ella. Aquí vamos los súpertrailer, los potentes todoterreno con matricula rusa y los humildes cochecito leré, como el mío.  
 
  
 
Y todos tan contentos y cumpliendo a rajatabla el 100 y el 40 al pasar por los pueblos. Me comentaron que tráfico no se anda con pijadas. Las multas son importantes y al estilo Noruega, donde nos decían lo mismo: pagas sí o sí. En cash o con la visa y si no hay saldo te quedas sin el vehiculo. O sea que como en muchas otras materias estos nórdicos tiran del sentido común : vete por lo segao y no tendrás problemas.
Me baño en el Báltico gracias a la Almiranta a quien se le ocurrió meter a bordo el consabido kit de playa: traje de baño, chanclas playeras y toalla. Y hace bien porque sabe que lo haría desnudo si la ocasión se tercia y supongo que para los que pueblan este litoral sería tanto como lo de no ir por lo segao en lo tocante a carreteras.
El agua fría no, lo siguiente. Fue más por seguir el rito y por sentir la mar. Mar que sabe poco –la probé- y que no huele a mar. Sé que las comparaciones son odiosas, pero necesarias; el Cantábrico nuestro es la mar por excelencia. En este día del chapuzon, tal parecía este báltico como un lago.


Alcanzo el camping pronto, a las cinco. Barrera abierta y recepción cerrada a cal y canto pero dentro bastantes autocaravanas, tiendas pequeñas de bicicleteros y todo funcionando. Un cartel te invita a pasar, instalarte y que mañana será otro dia, vaya. Asi que eso hice.
La wifi no llegaba mas allá de los 50 m de la recepción, pero la torreta de la corriente y resto de servicios con sus duchas, fregaderos y baños, perfecto . A menos de cien metros una playa que cerraba la pequeña bahía de Pärnu.
 
 
 
Secuoyas, abedules, pinos, acacias… una maravilla. Eso sí, al caer la tarde la gente dejó de leer,dejó su sobremesa de cena y yo dejé de escribir al aire libre… se llenó de millones de mosquitos de brava picadura. La docena de ronchas al día siguiente demuestra que me metí tarde a utilizar la tienda de mosquitera.