DIA 15 LA URSS
Y llegó el día. Si todo salía bien y no hay que pensar que no
saldrá, hoy entraré en Rusia, iba pensando mientras conducía al ritmo de
Jhoe Coltrane, que es un buen ritmo para entrar en Rusia.
Ya se repetían los carteles en los que anunciaban San Petersburguri
con su URSS al lado. Ver como iban bajando las distancias me
emocionaba. Ibamos a entrar en Rusia. El paisaje sigue igual. Vamos
metidos en un pasillo verde en el que a cada lado los arboles,
principalmente pino y abedul,compiten por tocar el cielo. El día
espectacular y descapotados como vamos es a veces un peligro
ensimismarse mirando arriba. El cielo con alguna nube blanca formando
cumulus. Las puntas de los arboles recortándose sobre un cielo muy, muy
azul.
Ya anuncian San Peterburi
Y así entramos en Narva a las 12,10h. Ya es ciudad frontera. Limpia
y bien señalizada. Enseguida los carteles del Border Point desviándonos
entre clases bien distintas de usuarios. Autobuses, camiones y
turismos. Yo muy listo, me fui directo a pasar la frontera. Por más que
me documenté no había leído en ninguna guía lo de la tasa en el Ticket Border Line, que quiere decir según me explicó el chico ruso del paso
fronterizo, que primero se va a una grandísima explanada en el que se
entregan los documentos y pagas 4,5 euros. Digamos que es un primer
control. Para allá que me fui. No había mucho apuro y el tramite fue
rápido. Esperas a que en una gran pantalla salga tu matricula y pasas a
recogerlos. Aún no has entrado en Rusia, estás en Estonia . Con la tasa
pagada y el ticket en el parabrisas otra vez al puesto fronterizo. Aquí
ya una pequeña cola de coches. Enseguida me tocó pasar. La Cirila
despertando admiración entre los policías. Me toca bajarme del coche y
sacar los papeles. Mientras uno inspecciona el pasaporte otro fortachón,
con chaleco antibalas y toda una parafernalia de objetos prendidos de
aquel cinturón me pide –todo por señas, solo habla en ruso- el carnet
de…y hace el gesto de conducir un volante con las manos. Está claro que
quiere mi carnet de conducir y le saco el permiso internacional de
conducción. Que no, national papier y vuelve a coger un
imaginativo volante. Se lo saco de mi cartera y para mi asombro él saca
de uno de aquellos 70 bolsillos, una lupa monóculo tipo relojero. Y bien
metido en faena lo “micromira” todo a través de aquella lupa. OK, y con
una parrafada en un perfecto ruso me indica que ya puedo ir al
siguiente “caseto”. Aquí la cosa ya es más seria. Pasaporte con el
correspondiente visado. Lo mira la señora con toda la calma del mundo y
me hace un gesto…que me quite la gorra. Yo llevaba la visera puesta y
supongo que querría comprobar que era tan calvo como lo que se mostraba
en la fotografía que estaba escudriñando. Acto seguido los papeles del
coche. Saco la documentación de la Cirila y con ellos la carta verde.
Esta última la desechó, no le interesó en abosluto. Y mira que me
preocupé por ella en España. Bueno pues como si no la hubiera llevado.
Lo fotocopia todo y al siguiente caseto
Iba pasando el tiempo y el paso de un sitio a otro –ya se veía el
río fronterizo- era más lento. Aún no me habían puesto el sello. En el
puente de un poco más de 500 metros estuvimos parados al menos una hora.
No nos movíamos. Al llegar a las instalaciones de frontera al otro
lado, pues parecía que hasta entonces era una especie de tierra de
nadie, una muga que ni para uno ni para otro. Mas puestos, aquí ya con
perros busca drogas, con agentes linterna en mano y espejos para mirar
los bajos. Vaya que vas a entrar en Rusia por fin y te van a chequear a
fondo. Ya se veía a los de delante que les hacían bajarse a todos, abrir
los bolsos a las señoras, abrir el capó de atrás y algunos el del
motor. Cuando me llegó el turno una vez más tuve suerte. La Cirilator se
ganó a la jovencísima policía de frontera que linterna en mano hizo que
veía un poco por encima y en un inglés mucho mejor que el mío me daba
la congratuleison por el full equip del mini car… y sin más al
Custom. Y aquí sí que se tardaba pues confluían las tres partes en las
que nos habían dividido antes. Un autobús lleno de asiáticos subían y
bajaban para desesperación de su guía que iba con un bolsito lleno de
pasaportes. Aquí declarabas si metías algo en el país que no fuera
conveniente. Aquí dejabas por escrito la marca y modelo del vehiculo y
dato curioso su valor estimado en rublos, y aquí les venís a decir a
estos amables y burocráticos y lentísimos funcionarios de frontera
rusos, que tenéis dinero suficiente o card-visa en vigor para transitar
por su territorio. Señora, a todo que sí. Y entonces sólo entonces, zas
¡!! Te pone el sello de entrada acompañado de un papelito también
sellado a efectos de inmigración.
El papeleo, que no falte el papeleo ,,,
Uno cree que ya está circulando libremente por Rusia cuando no
habían pasado ni dos kilómetros y un control de policía rusa que ya
tiene a tres parados, me da el alto.No me pide pasaporte ni
documentación alguna. Así que cuando se liberaron del de delante me dio
paso. Y esta vez sí. Esta vez kilómetros y kilómetros de una mala
carretera en unos parajes muy parecidos lógicamente a los que había
dejado atrás.
En la primera gasolinera y llevando medio deposito me paro a echar.
La gasolina la tienen de 92,95 y 98. La mía a 40 rublos, es decir a
unos 50 céntimos el litro. Así da gusto. Nada que ver con el resto de
Europa. Una gozada echar 15 o 18 litros por 8 o 10 euros al cambio. Yo
había leído que entre gasolinera y gasolinera había mucha distancia,
pero debía ser información atrasada porque antes de los 200 km ya tienes
una. Con todo y viendo la cosa tan barata y por si las moscas, también
llené la garrafa. 12 litros en la garrafa por menos de 9 euros no se
puede despreciar.
Están en tramos de obras con el tráfico alternativo regulado por un paisano con el walki.
Te encuentras de repente a lo lejos, pues son terrenos llanos y rectas
larguísimas de kilómetros y kilómetros. Se llevan con resignación pero
son paradas de 10 y 20 minutos. Se apaga el motor, los camiones no, y se
espera tan ricamente. Nadie habla inglés, aún así en su ánimo de
colaborar se interesan por la Cirila . Ellos sueltan parrafadas en ruso y
les entiendas o no, siguen. Buena gente en la carretera. Muy
respetuosos ,antes de hacerle la foto con su móvil, me piden permiso con
una sonrisa de oreja a oreja.
En la carretera se ven puestos de varios tipos. Desde el coche, una
banqueta, un cartel en un carton y una paisana de mandilon delante de
no más de una docena de tarros con lo que parece mermelada. Otro sentado
en una mini banqueta delante de unos cubos con patatas. Y también los
tipo super más cerca de las gasolineras que tienen un poco de todo, desde botas de agua a chalecos de cuero y gorros.
Yo tenía una referencia de camping en San Petersburgo y le metí la
dirección a la Maripili del Sygic. Todo iba bien en lo que eran las afueras
de la ciudad. La cosa se torció porque como en otras ocasiones, el
destino no era un camping, si no un descampado cerca del puerto en el
que la mas mínima norma de seguridad desaconsejarían hacer noche allí.
Nada alrededor. Así que salgo a la carretera y hago señal para parar
algún coche. Me saludaban pero no paraban. Ya estaba decidido a seguir
no se sabe a dónde cuando para un taxista que además habla un minimo de
inglés. No muy bien porque entendió hotel por camping y el hombre muy
amable me llevó 5 o 6 kilometros detrás de él hasta un hotel. Alli me
dejó. Las que sí me entendieron fueron las dos chicas de recepción. Un
camping –lo buscaron por el google- cosa que yo no hago porque los datos
de movistar en Rusia son un pastizal, lo había a 24 km de allí. Y
fueron tan amables que me metieron ellas la dirección en el navegador.
Todo muy bien y el camping precioso. Como si fuera un fuerte
vaquero con los que jugábamos de pequeños. Con un par de castilletes en
la entrada, pero se acabó pronto la alegría. Una señora y varios
operarios, en ruso por supuesto, niet, niet camping… y por
lo que vi y entendí, estaban en obras y el camping cerrado y en media
hora –me señalaban el reloj- se iban a su casa. Me maravillo a veces de
lo que da de sí la mímica y el lenguaje corporal, pero la cosa cierta es
que llamaron por tlf a un camping a 35 km para atrás. El Tipanyt Kamp, y
pasándome su tlf. a mí hablo con alguien al otro lado en inglés; que sí,
que está abierto todo el año y que hay plaza sin problema. Me esperan.
Otra vez para atrás por una carretera llana pero malísima –luego supe
que el navegador me llevó por una antigua que ya no usan- llegué a un
camping de unas instalaciones fantásticas. Lo regenta una familia muy
salada que pasa sus vacaciones en Calpe. Que les gusta el sol de España y
la “paela” y la señora rusa, Maika, tiene una permanente sonrisa en
la cara y ganas de agradar. Es una coña cuando suena una llamada
entrante en su tlf. con el feliz navidad, prospero año y
felicidaaaaaaad,,,,
Monté la tienda. Me preparé una cena rica y caí rendido a las diez
de la noche para mí y las once para los rusos. Aún no se había ido el
sol.