DIA
27 .ESLOVENIA ES TODO VERDE Y AMABILIDAD
De
todos estos días, en todos estos kilómetros, Eslovenia
es el país que más me recordó a mi Asturias querida. Incluso mas
allá del paisaje y el verde, con sus gentes amables con ganas de
ayudar, de agradar. Gentes patinando y en bicicleta por los
pueblecitos que atravesaba. No se han gastado un duro en rotondas ni
quitamiedos. Ni grandes dispendios en la red de carreteras. No he
probado mucho sus autovías, pero la carretera nacional suya vendría
a ser una comarcal, y regular, de las nuestras. Algunos grupos de
trabajadores se afanan a lo suyo rebacheando y otros con un pequeño
tractor desbrozadora, limpiando los márgenes. Conducen con bastante
prudencia y la señal de no más de setenta, es la habitual.
El
Sygic me lleva a un rio y lago donde se suponía que había camping…
y si que acertó, pero todo cerrado. Una pena porque en la orilla
había patos, fochas y cisnes muy acostumbrados a los paseantes y
ciclistas de la zona. Se me iba echando la tarde encima y en un par
de hoteles de polígono donde les pregunté, no les quedaban
habitaciones. Opté por salirme de la belleza de aquella
“carreterina” en la que se prodigaban grandes esculturas con
enormes troncos y meterme en la autovía para buscar un área de
servicio de ésas en las que por 50 céntimos te puedes duchar,
cafetería de maquina y demás. Seguía avanzando la tarde y no
aparecía nada hasta que un gran cartel anunciaba en la siguiente
salida un hotel. No lo dudé y salí. Como siempre tengo suerte, allí
estaba mi habitación por un precio estupendo en un edificio de
madera y cristal. No tenían más que a una familia rusa al completo,
muy numerosa, con niños, abuelos y padres.
Fue una delicia sentarme en la terraza de la habitación a fumar una pipada y escribir mis notas. Carboneros,gorriones, lavanderas, mirlos,herrerillos,petirrojos, andaban también a lo suyo por entre la foresta que
bordeaba el rio a unos metros.
En
esas estaba cuando un ligero toque en la puerta me saca de mis notas
e interrumpe el canto de tanto pájaro a mi alrededor. Resultó ser
el dueño del hotel. Acababa de llegar y preguntó en la recepción
que atendía su hijo, por el dueño del simpático y pequeño coche
(nice and small car) y la habitación que le habían dado.
Traté
de rehusar lo más educadamente posible la invitación, pero fue
imposible. Solo había un inconveniente; tendría que ser en 20
minutos pues el quería acompañarme y luego se le haría mas tarde
(aún siguen cenando muy temprano en estas latitudes) Teníamos un
inglés igual de malo, con lo que nos reíamos mucho de la grotesca
traducción que hacía el hombre con la app de su móvil . Después
de casi una hora de cena me despedí dándole mi tarjeta y
ofreciéndole, como no podía ser de otra manera, mi casa en
Asturias.
Para
mi sorpresa y después del desayuno al día siguiente al pedir mi
check out el camarero saca una nota del mostrador con la firma
del tal Andrej con un simple: All O.K. It’s free for Spanish man.
Le
debo mucha pastuqui a mi Cirilina. Soy consciente de que estos
agasajos son por ella. Yo solo la conduzco.
La tranquilidad total después de una dura jornada
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