domingo, 8 de julio de 2018

DIA 23 . UCRANIA

DIA 23 . UCRANIA
La cosa cambia aquí. El paisaje es precioso, el verde exuberante. Todo muy salvaje, muy sin tocar pues el mantenimiento es nulo. Empiezan a verse carros de cuatro ruedas con personas y enseres arriba, a veces tres o cuatro en fila por el borde de la carretera que a su vez está en pésimas condiciones.




                                                        Desayuno en Ucrania
A media mañana me da el alto la policía. Tienen un pequeño caseto con la bandera y un gran cartelón. Un coche viejo aparcado. Son tres de uniforme azul. Me piden cuando orillo –todo por señas- que apague el motor. A medida que ellos sonríen, a mí se me va pasando el susto. Me piden que me baje y ante mi sorpresa se sienta el mayor y le pide al compañero que le haga una foto. Al ver que yo también saco mi iPhone para hacer lo mismo levanta la mano y stop, stop….!!!  Rápidamente me lo meto en el bolso. Se turnan para sentarse los tres y hacerse fotos. Se hacen fotos desde todos los ángulos. No les interesa mi documentación ni papel alguno, la Cirila los tiene completamente abducidos . Seguidamente me indican que me suba y señalándome la pésima carretera, que continúe. Bueno, pensaba yo, no es tan fiero el león como lo pintan.
Pretendía llegar a Kiev pues sabía de dos campings allí. El navegador una vez más se volvió loco pero aprovecho para pasearme por toda la ciudad. Largas caravanas que bordean el río Dniéper en el que los turistas navegan en las barcazas. Ambiente de fin de semana y buen tiempo. Ninguno de los dos campings a los que conseguí llegar estaba abierto y esta vez no tenía la culpa el Sygic, así que salgo del agobio de Kiev y me buscaré la vida ya en carretera.
Cambia el día y se vuelve en tormenta de verano con grandes chaparrones. La carretera sigue infernal. Sin pintar, sin arcén, sin señalización alguna. Desde Yitomir hasta Ternópil han sido los peores 300 km de mi vida. Agujeros en los que cogería la Cirila entera. Coches de alta gama la mayoría rusos que adelantan sin miramientos. Carros por ambos márgenes con familias enteras encima. Camiones y tractores haciendo literalmente lo que les da la gana… si el lado izquierdo tiene menos agujeros, pues van por el lado izquierdo, ya te apartarás tu, pensarán. Restos de cosas que se les caen. Aquí un pequeño inventario de lo que vi: tubos de escape, guardabarros grande de camión, espejo retrovisor, rueda grande de repuesto que unos de un carro estaban tratando de subir. Y también se ha quedado en ese infierno el marco embellecedor del faro de babor de la Cirila. Cuando me di cuenta en el hotel, ya no estaba.
Desesperado, en una de las pocas gasolineras que me encuentro paro para pedir ayuda en el sentido de qué ruta seguir, pues tenía un cruce a 20 km. Allí estaban con sus bocadillos y coca-cola un grupo familiar en el que la chica, bellísima, habla inglés. Sobre el mapa su padre me indica el giro que debo hacer para no seguir en aquel infierno. Haré 130 km más pero merece la pena a riesgo de destrozar la Cirila si continúo por aquella carretera. La chica se interesa por la Cirila, me pide sacarle y sacarse  fotos con ella. Resultó ser una modelo de Kiev. Me enteré por el face en el que convergemos muchos y entró en el UNIENDO CABOS con sus me gusta y todo. 
                                                  Resultó ser una Modelo de Kiev

Pero esta otra ruta aconsejada tenía otra sorpresa. No estaba muy transitada pero sí con muchos viejos tractores cargando enormes rulos de hierba. En una recta veo algo de lío. Un accidente pensé. Pues no, era un pequeño tapón de tráfico que se formaba con un control policial. Aleatoriamente nos paraban. Cuando me tocó mi turno me encontré con un coche de la policía y dos agentes con sus ametralladoras. Todo por señas que apague el motor y que me baje. Señalando las llaves del contacto, que las saque y las coloque encima del capó. El viejo lada que tenía delante estaba en la misma situación que yo. Lo único que dijo entendible para mí, fue passport. A lo que yo muy solícito se lo entrego. Hoja por hoja va pasando todos los sellos y visados y no es por nada pero hay unos cuantos. Me enseña  el de Camboya y me señala. Entiendo que me pregunta algo sobre aquel visado que nada tiene que ver con Ucrania.Me encojo de hombros y solo alcanzo a asentir y decir, yes. Es un hombre joven de unos 40 años, mal afeitado y con lamparones en un uniforme que le queda dos tallas más grande al menos. Me entrega el pasaporte y me señala que abra atrás. Cuando ve el marecumbé que llevo decide no querer saber más y con un gesto me despide.
Algo de miedo, de inseguridad –y vaya incongruencia dicho y pensado delante de gentes que deben velar por ella- sí que me asaltaron. Me di cuenta de que sin poder expresarte, todo por gestos, sería imposible explicar cualquier situación. Estaba en sus manos. Debió de entender que nada podría sacar de un tipo que podría ser su padre en edad y que se dedicaba, vete tu a saber a por qué, a vagabundear por el mundo a la vista del vehículo y de los sellos del pasaporte. La banderita del retrovisor que me obligaron a quitar en la frontera estaba a buen recaudo. Menos mal.
Apareció Ternópil cuando ya se me había pasado el susto. Es ciudad importante  con un lago sobre el que gira la actividad. En una gasolinera muy amable el chico, en un inglés mejor que el mío, me recomendó hotel. Desde la doceava planta de la habitación que me dieron, las vistas eran espléndidas. Una vez instalado bajé a estirar las piernas por las cercanías. En una tienda de souvenirs y por cero coma me hice con algunos regalos. El hombre me regaló una pulsera con los colores azul y amarillo de Ucrania que me apresuré a colgar del espejo, al menos hasta atravesar Ucrania.
.- No Chinese. No chinese en la Ucrania, me decía.
.- People – imposible de entender lo siguiente- y me señalaba con el dedo índice sobre el mostrador .
Y también que las artesanías que le compro estaban hechas con las manos.
Preparo mis notas de este día duro y de contrastes desde la altura de este mastodóntico hotel que tuvo que ser diseñado para el mogollón de hombres y mujeres de las bases comunistas, si no no se entiende .

                                 Detalle de la bujia de estribor completamente consumida
                                          Una odisea el conseguir un par de bujias aqui

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